domingo, 7 de diciembre de 2008

El perro de Ayala

"Con los años, Barbián se había puesto gordísimo, asmático, jadeaba, echaba babas, en fin, que daba pena verlo tirado todo el santo día en un rincón o estorbando el paso de la gente, pues era un tremendo perrazo, y estaba pesadísimo, medio atontado, casi ciego, ni despierto ni dormido, que al final aquello no era ya vida." "Esa calamidad, esa carga inconveniente, había sido un perro muy hermoso y muy bondadoso, un animal magnífico."

Autobiografía del autor, Dulces recuerdos.

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