"Con los años, Barbián se había puesto gordísimo, asmático, jadeaba, echaba babas, en fin, que daba pena verlo tirado todo el santo día en un rincón o estorbando el paso de la gente, pues era un tremendo perrazo, y estaba pesadísimo, medio atontado, casi ciego, ni despierto ni dormido, que al final aquello no era ya vida." "Esa calamidad, esa carga inconveniente, había sido un perro muy hermoso y muy bondadoso, un animal magnífico."
Autobiografía del autor, Dulces recuerdos.
domingo, 7 de diciembre de 2008
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