lunes, 2 de febrero de 2009

Pupitres para cruzar pasos de cebra

Os voy a soltar a las... (los alumnos ríen). ¡No olvidéis las fichas!
Bajando hacia un horizonte, coches a toda ostia subiendo arriba, un frío, no se si húmedo o seco... me lo explicaron. Hace frío.
Guardaré los parciales para septiembre.
Erasé que se es unas leyes. Universidad. Institución. Capitalismo. ¡Que a veces intentamos buscar una china entre los restos de ceniza y papel chamuscado!
El pie derecho pesado. El pie izquierdo pesado. El semáforo se enverdece y mi cuerpo despega sigilosamente, y finalmente, rapidísimo. Hacia el frente, el gentío de una plaza mayor, en mi camino.
¡El jodido profesor seguía!: con la típica historia del libro a leerse durante el curso. Bostezo cuando pregunto ¿Resumirlo o comentarlo?
Por supuesto mis libros no recomendaré, mis amigos escriben mucho mejor que yo.
En la recta final, se dice que encontraremos una serie de señales que anunciará su llegada. Rostro con gafas de pasta gorda y oscura. Maletín negro. Traje de frac, da todos los colores. Corbatas de rayas verticales, naranjas, verdes, de muchas tonalidades. Al cabo de un buen rato caminando llego a casa, exhausto, hambriento, con todo el tiempo del mundo.
Listas negras. A coro, se elevan rostros con inocentes sonrisas. Nadie entiende nada. El profesor dijo, antes de coger su carpeta oscura a rayas marrones, muy elegante y después de 1 hora de fraseo repetido, tosco, predecible y aburrido, en tono amenazador y desde una vitrina;
No pasaré lista.

Me acuerdo de Swarzennerguer:
Primero, fortalecer el cuerpo, ser una máquina de acero.
Segundo, impresionar al público, entretener, a pequeños, a pequeños y a pequeños.
Tercero, la profecía se cumplió.
A coro, se elevan rostros con inocentes sonrisas.

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